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Foto del escritorcarlos alberto de icaza g

DESINFORMACIÓN Y CONTENIDOS DIGITALES





Las estrategias de desinformación en conflictos bélicos no son nada nuevo. Tampoco los operativos de propaganda negativa para descalificar a rivales en contiendas electorales. Acciones de esta naturaleza se han utilizado en distintas épocas y prácticamente en todo el mundo, con el fin de alcanzar objetivos políticos o prevalecer en disputas internacionales.

En la era digital, las redes sociales representan un vehículo privilegiado para irradiar masivamente informaciones falsas a una escala y amplitud nunca antes vista. Como sucede con muchas innovaciones digitales, sus aplicaciones están al alcance de cualquiera que cuente con un dispositivo que puede difundir sus mensajes a millones de personas.

En consecuencia, autoridades de distintos niveles de gobierno, medios de comunicación, corporaciones e instituciones académicas, a menudo tienen que confrontar desinformaciones y fake news provenientes de múltiples actores políticos, activistas de diversas orientaciones, grupos criminales, hackers y hasta simples particulares.

Según un estudio del OBS Business School (Barcelona) 4,760 millones de personas usan las redes sociales, es decir el 94.9% de los 5,160 millones con acceso al Internet y casi el 60% (59.4%) de la población mundial. De ahí, no es de sorprender que desde el 7 de octubre último, cuando Hamas realizó sus brutales ataques terroristas en Israel y, conforme ha venido evolucionando el conflicto en el Medio Oriente, quienes dependen de las redes sociales para informarse de los sucesos, con frecuencia quedan confundidos sobre lo que es real y lo que no lo es. Desafortunadamente - y como piensan algunos analistas- es posible que esto sea apenas el comienzo de una era dominada por la desinformación.

En septiembre pasado, durante el segmento especial de la Asamblea de la ONU enfocado a escuchar las intervenciones de mandatarios y ministros, 94 oradores pusieron de manifiesto sus preocupaciones en torno a la proliferación de acciones de desinformación en contenidos digitales, apoyadas frecuentemente en aplicaciones de inteligencia artificial.

Una buena hoja de ruta está contenida en la propuesta del Secretario General de la ONU para avanzar hacia un Pacto Digital Mundial que se ventilará en la Cumbre del Futuro en septiembre de 2024. Es de esperarse que el pacto “esboce principios compartidos para un futuro digital abierto, libre y seguro para todos”, incluyendo temas como la conectividad digital, evitar la fragmentación del Internet, brindar a las personas opciones para la utilización de sus datos, la aplicación de los derechos humanos en línea y la promoción de un Internet confiable mediante la introducción de criterios de responsabilidad por discriminación y contenido engañoso.

El debate en la sociedad global en torno a los contenidos digitales es extraordinariamente complejo, ya que abarca cuestiones vinculadas a los derechos humanos, la libertad de expresión y el derecho a la información, así como la utilización de herramientas tecnológicas para el control de contenidos que pueden prestarse a manipulaciones.

"La verdad está amenazada por la desinformación y el discurso de odio que busca desdibujar las líneas entre la realidad y la ficción” dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en mayo pasado, durante la conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Por su parte, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, en un discurso pronunciado a principios de año, al inaugurar una Conferencia sobre manipulación e interferencia de información extranjera, advirtió que las guerras actuales no sólo las libran los soldados en el campo de batalla. También se libran en el espacio de la información, “tratando de ganarse los corazones y las mentes de las personas”. Agregó que esto no es nada nuevo, puesto que la propaganda y la desinformación fue utilizada intensamente por Goebbels durante la Segunda Guerra Mundial, agregando que lo nuevo hoy es la intensidad, el volumen y los instrumentos. En efecto, en aquel entonces no había Internet ni herramientas de redes sociales.

Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la actualidad menos de una cuarta parte de los ciudadanos confían en sus medios de comunicación y suponen que los periodistas, gobiernos y líderes políticos los engañan intencionalmente. La fuente de tales encuestas es Edelman, una agencia mundial de comunicación con 23 años de experiencia en estudios de confianza, cuyo reporte fue realizado levantando una encuesta a 36,000 participantes en 28 países, incluyendo México.

El Edelman Trust Barometer contiene un análisis global y otro correspondiente a América Latina. En nuestra región, el estudio afirma que ha disminuido notablemente la confianza en el gobierno y los medios, aunque estima que las empresas y organizaciones no gubernamentales son más confiables.

El reporte global y las conclusiones correspondientes a 2023 son aún más inquietantes, mostrando un mundo cada vez más dividido. Según Elderman, la falta de confianza en las instituciones a raíz de la incertidumbre y ansiedad en torno a la economía, la desinformación, las divisiones de clase y las fallas de los liderazgos nos han llevado a una situación de gran polarización social. 53% de las personas encuestadas mundialmente estiman que sus países están mucho más divididos que en el pasado. Así, la gente ahora teme por su futuro económico sin una red de seguridad y confianza. Solo el 40% de los encuestados dice que ellos y sus familias estarán mejor en cinco años, una disminución de 10 puntos con respecto a 2022.


En este contexto, coincido con la OCDE en el sentido de que para restaurar la confianza de las personas en la información que consumen, se necesita un nuevo modelo de gobernanza global que establezca un enfoque que abarque a toda la sociedad para combatir la información errónea y la desinformación y preservar la libertad de expresión.


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